miércoles, 28 de octubre de 2009

PSICOLOGIA MODERNA

PSICOLOGÍA MODERNA

En un sentido importante, las cuestiones acerca de los orígenes sociales de la psicología moderna resultan fundamentales para cualquier consideración del contexto social de ideas psicológicas específicas durante el siglo presente. En efecto, es un periodo durante el cual la creación y diseminación de ideas psicológicas se ve decididamente influenciada por la existencia de un grupo profesional-académico de "psicólogos", crecientemente poderoso, que reclama el monopolio de la producción y reproducción del conocimiento psicológico validado. Las ideas psicológicas, por supuesto, habían tenido existencia mucho antes del siglo presente; lo que ha cambiado es el contexto social inmediato en el cual las mismas son desarrolladas e intercambiadas. La existencia del nuevo grupo profesional, crecientemente bien organizado, proporciona el fondo sobre el cual las ideas particulares, los métodos y los sistemas son proyectados como figuras, cuya inequívoca apariencia depende de la relación figura-fondo.
Es este desarrollo, más que el uso de una nueva metodología, lo que define la naturaleza de la famosa transición desde el largo pasado de la psicología a su corta historia. Las técnicas de experimentación y cuantificación son herramientas potenciales, exentas en si mismas de mayor significación histórica; su real significación deriva de la manera en que son usadas, por quien y para qué propósito. Ciertas técnicas empíricas fueron aplicadas muy extensamente a problemas psicológicos en el siglo XIX por filósofos profesionales, naturalistas, médicos y aficionados. Pero los cambios cruciales no se dieron hasta que la aplicación de estas técnicas fueron usadas para legitimar la demanda del monopolio del conocimiento psicológico válido, por parte de una comunidad de especialistas auto consciente y organizado.
Desde este punto de vista, la relación entre el conocimiento psicológico y su contexto social se complica debido a la aparición de un nuevo nivel, constituido por el grupo de profesionales, sus intereses, sus instituciones y su cultura. La influencia recíproca entre el conocimiento psicológico y los intereses y estructuras cognitivas en la sociedad más amplia se vuelve mediatizada por la comunidad de especialistas. Se hace necesario, ahora, tomar en consideración el rol jugado por los miembros de esta comunidad en la sociedad más amplia y los efectos que produce en la vida interna de la comunidad.
Entonces ¿cómo llegó a constituirse esta nueva comunidad?. Esta es la cuestión que requiere una respuesta, si hemos de evitar tomar las normas contemporáneas del grupo como dadas, en lugar de reconocerlas como el problema a ser explicado.
Pero existe otra razón para examinar los orígenes de la psicología moderna en el contexto de la sociología del conocimiento psicológico. Y es que este problema es uno de los muy poco, en toda la historia de la psicología, que en los hechos, ha sido analizado desde un punto de vista sociológico (Ben-David y Collins, 1966). Aquel análisis y la controversia que lo continuó ilustra muchas de las dificultades que puede encontrar una aproximación sociológica a la historia de la ciencia. Enfoques sociológicos alternativos pueden ser aplicados a la cuestión de los orígenes de la psicología moderna; el problema es hallar la perspectiva que resulte adecuada al problema.

EL HOMBRE MODERNO

El hombre moderno, cuenta con un valor profundo que de hecho constituye la especie humana que domina el planeta tierra. Por supuesto que lo anterior es un argumento valido y real de nuestras creencias que deben aceptar como un hecho actual, la existencia de un progreso mas evolutivo y tan gigantesco como el que ofrece el grandioso espectáculo de la vida humana que se refleja en una larga causa de su propia transformación hacia un comportamiento cada día mas difícil de entender y de actuar.
Evolución que invita a la reflexión de la nueva realidad progresista que procede y se constituye de una fundamental cuestión filosófica y moral, que se comentara aquí lo cual se presenta como un largo proceso de transformaciones y cambios.
En los seres humanos existen actitudes que difieren mucho entre ellos, de acuerdo a sus cualidades la cuales se originan en su naturaleza, temperamento, captación y su inteligencia, ya que cada cual lucha por su propia vida, y por supuesto solo sobreviven aquellos que están mucho mejor dotados y que la selección natural de la existencia humana se encarga de ir modificando, poco a poco sus características y le van originando otras nuevas, que dan origen o lugar a mejores condiciones de vida.
El evolucionismo ha influido notablemente en un nuevo desarrollo de una novedosa y mas amplia Psicología moderna, en cuanto a que el hombre vive en una forma mucha mas despierta, es decir, que capta con mayor facilidad todo cuanto le rodea, así como realiza con mucho mas facilidad, actos propios que desconocía de acuerdo a su conducta que le han ido provocando los cambios de la vida, de acuerdo en el medio ambiente en que se desenvuelve, el cual varia enormemente en cada persona desde el punto de vista particular de ser, que lo conducen de hecho a adaptarse a nuevas condiciones de vida que influyen notablemente en el desarrollo de la nueva e interesante Psicología actual y moderna; He aquí algunos puntos de vista expuestos en forma sobresaliente para una mejor comprensión de la vida y de la mente humana:
*Sí una persona pierde en el transcurso del tiempo la memoria, es posible que jamás la pueda
recuperar, o por el contrario en algunos casos se podrá recuperar, pero será en una forma nueva.
*A veces los órganos atrofiados jamás se vuelven a recuperar y desarrollar, en otras ocasiones lo
órganos atrofiados se recuperan y se vuelven a desarrollar, en la actualidad se están realizando
trasplantes con éxito, en varios órganos atrofiados, los cuales son donados, para salvar una vida.

KANTOR


Robert cursó sus estudios en la Universidad de Chicago, en donde un temprano interés por la Química se vio pronto suplantado por su dedicación a la Psicología. En 1914 se licenció en Filosofía. Y desde 1915 a 1917 fue profesor en la Universidad de Minnesota. Su matrimonio con Helen Rich el 2 de septiembre de 1916, le proporcionó no sólo una colaboradora incondicional, sino también una hija, a la que llamaron Helene Juliette. En 1917 se doctoró y trabajó como profesor en la Universidad de Chicago hasta 1920. En ese mismo año fue nombrado Profesor Adjunto de Psicología de la Universidad de Indiana. En 1921 fue promocionado a Profesor Asociado y, en 1923, a Profesor de Psicología. Permaneció en dicha Universidad durante 39 años.
Jubilado en 1959, Robert continuó su actividad académica como profesor invitado en la Universidad de Nueva York (1952-1963), y, con posterioridad, en la Universidad de Maryland (1963-1964). Su trabajo era frecuentemente examinado en las universidades y asociaciones profesionales de los Estados Unidos y, a principios de 1974, impartía seminarios en diversas universidades de México. En 1964 fue nombrado investigador asociado de la Universidad de Chicago y prosiguió con sus actividades didácticas hasta el 31 de enero de 1984, fecha en la que cayó fatalmente enfermo. Falleció dos días después, el 2 de febrero, a la edad de 96 años.
El inicio del análisis histórico crítico, fundamento del discurso de Robert, constituye el sello de su contribución única a la Psicología americana. En La Naturaleza Funcional de las Categorías Filosóficas (1917) realizó un examen de los aspectos psicológicos de la historia de la Filosofía desde Anaximandro hasta los Pragmáticos, en un esfuerzo por hacer de la Psicología una ciencia natural. Cabe destacar, asimismo, que esta obra supuso la introducción de los valores científicos, lo cual constituye no sólo otro de los fundamentos de su discurso, sino también una más de sus grandes aportaciones a la Psicología. Por último, es de reseñar también la exposición que nos hace en dicha obra en cuanto a la “esterilidad” de las filosofías del pasado, así como sobre la necesidad de considerar las acciones reales de los individuos en detrimento de la reificación de las abstracciones. No cabe duda de que todas estas “preocupaciones” recondujeron inevitablemente su labor al problema de la definición del objeto de la Psicología.
A principios de los años 20, Indiana era, en lo que a Psicología Científica se refiere, uno de los Estados más eminentes de los EE.UU, ya que contaba con el segundo laboratorio psicológico abierto en el país y en él se hallaba en vías de apertura una de las primeras clínicas psicológicas. Este entorno favoreció, sin duda, que Robert prosperara y que contribuyera considerablemente al desarrollo continuado de la Psicología en Indiana. Sólo entre 1918 y 1924, Robert publicó un total de 34 ensayos, 32 de los cuales reflejan su constante lucha por desarrollar los conceptos y la terminología que permitieron el nacimiento de una auténtica Psicología Científica.
Robert adquirió la condición de “número uno”, en lo que a Psicología Objetiva se refiere. Los enfoques naturalistas ya habían sido alcanzados con anterioridad en la Física, Química y Biología. Fue entonces cuando la revolución científica alcanzó a la Psicología. Robert, sin embargo, no fundó ninguna escuela. En su lugar, propuso un amplio grupo de hipótesis científicas basadas en asunciones mínimas con respecto a los datos de la Psicología. Ello constituyó, sin lugar a dudas, el primer programa moderno comprensivo, y totalmente natural, de la Psicología, esto es, el primero en abogar por el completo abandono de preconcepciones históricamente impuestas.
En su definición de los datos primarios de la Psicología, Robert siguió los cánones validados de la ciencia. Sostenía que la relación entre dos entidades en un campo determinado debía ser tratada como el acontecimiento singular a estudiar. En Un Análisis Tentativo de los Datos Primarios de la Psicología (1921) dichas entidades eran designadas por Robert como el objeto estímulo y el organismo respondiente. La utilización de estos conceptos fue un claro reflejo no sólo de su postura objetiva, sino también del reconocimiento de la labor realizada por otros colegas que le precedieron. En Los principios de la Psicología (1924, 1926) demostraba cómo los fenómenos se podían describir y analizar como una serie de acontecimientos naturales. La idea de que todo organismo está en continua interacción con su entorno constituyó el eje central de todo su trabajo posterior. No obstante, trató – con éxito – de eludir un excesivo énfasis en cualquiera de dichas entidades o factores integrantes del acontecimiento psicológico.
Con posterioridad, Robert centró su investigación en el campo de la Psicología Social. Así, en Una aproximación a la Psicología Social (1929) y en Psicología Cultural (1982) ofrece un esbozo de la Psicología basada en el acontecimiento social. La Psicolingüística fue también una materia por la que Robert mostró sumo interés. Su ensayo Un análisis de los datos del lenguaje psicológico (1922), representa una clara propuesta de abandono tanto del mentalismo desenfrenado de la época, como del reduccionismo fisiológico de Watson. En Psicología Objetiva de la Gramática (1936) y en Lingüística Psicológica (1977) podemos encontrar un análisis detallado de las respuestas lingüísticas complejas.
Robert, durante sus 67 años de trayectoria profesional, se propuso un objetivo consecuente con su discurso: el alcanzar una ciencia objetiva de la Psicología en su entendimiento de ésta como “miembro” autónomo de las ciencias naturales. Para impulsar la consecución de tan ambicioso objetivo, Robert, poco antes de la Segunda Guerra Mundial, fundó Principia Press. Inicialmente, fue una organización de la facultad -que representaba varios campos científicos de la prensa- la que se encargó de reunir todas sus publicaciones. En 1937, fundó la revista Psychological Record (que todavía se publica). Desde 1968 en adelante, publicó cerca de 50 trabajos en dicha revista, en la sección denominada The Observer.
Robert justificaba el título de su libro Problemas de la Psicología Fisiológica (1947) en la caracterización de ésta como una ciencia "gravemente distorsionada por paradojas". A su juicio, dichas paradojas traían causa de la perseverante preocupación histórica en torno a la relación existente entre alma y cuerpo. Consideraba que esa clase de preguntas “históricas” seguían siendo incontestables por la ciencia moderna. En primer lugar, porque su planteamiento se había producido en un entorno cultural carente de análisis empíricos; y, en segundo lugar, porque no eran abarcables por la metodología científica.
Robert se planteaba, como paso ineludible, el más absoluto rechazo de la “vieja” filosofía que había formulado esas preguntas, para dar entrada a una “nueva” filosofía científica orientada a los acontecimientos, de modo que recondujera las preguntas científicas hacia los mismos hechos de los que aquéllas derivaban. A su juicio, resultaba preciso reemplazar las preconcepciones teóricas de tiempos pasados – en los que los términos mentalísticos eran considerados como “entes” dignos de toda preocupación científica - por nuevas categorías obtenidas de la investigación de los acontecimientos reales. Para Robert, no existía verborrea capaz – por muy ofuscada que ésta fuera- de encubrir los orígenes no-naturalísticos de los conceptos mentalísticos. De igual manera, desacreditaba el más mínimo esfuerzo por elevar los “finos tejidos nerviosos” a la categoría de exclusivo factor explicativo del comportamiento, abogando firmemente por una interpretación absolutamente integradora que comprendiera los acontecimientos fisiológicos como una parcela más de su visión naturalística de la Psicología.
Robert no tuvo parangón como filósofo de la modernidad. En Psicología y Lógica (1945, 1950) destacaba el influyente papel de la conducta en la Lógica. Y separaba rigurosamente la Lógica, o Filosofía Analítica, de la Filosofía especulativa (que él etiquetaba de “Filosofía especiosa”). En La lógica de Ciencia moderna (1953) y en Psicología Interconductual (1959) justificaba la necesidad de efectuar un análisis lógico y riguroso de los postulados científicos. En todos estas obras Robert acentuaba que todo trabajo científico que se preciara de “válido” debía incluir un componente empírico y otro analítico (lógico). Planteaba la imperiosa necesidad de manifestar –de modo inequívoco- las asunciones que guiaran el desarrollo de los sistemas científicos y que, a su vez, permitieran el destierro definitivo de todos los absolutos del “reino” científico.
En la que puede ser considerada como su obra “monumental”, La Evolución científica de la Psicología (1963, 1969) Robert nos ofrece una exposición, exquisitamente erudita, de la historia de la Psicología desde una perspectiva naturalística. No obstante denotar cierto grado de retorno al objeto de su discurso inicial, es incuestionable que nos hallamos ante un trabajo enormemente enriquecido por su casi medio siglo dedicado a la investigación. Efectivamente, en dicha obra nos ofrece un panorama analítico de la auto-corregibilidad de la ciencia a lo largo de dos milenios y medio. El mensaje es claro: a pesar de sus “atrasos” o “desaciertos”, la Psicología no es sino un componente integral de la Ciencia y, por tanto, participa del progreso alcanzado por la Ciencia a lo largo de su evolución histórica.
La enseñanza fue uno de los ejes centrales de la vida de Robert. Todos sus estudiantes recuerdan con cariño el uso que hacía de la “técnica” socrática. Sus clases siempre terminaban con “debates” entre los alumnos. Estos intercambios, que resultaban sumamente estimulantes, continuaban entre medias de las clases y, así, en la clase siguiente, los alumnos más asertivos ofrecían a los demás las soluciones que habían desarrollado.
En 1975, después de su jubilación, la Revista Mexicana de Análisis de la Conducta publicó regularmente una secuencia de dieciséis de sus contribuciones. Éstos y los trabajos publicados en The Observer ilustran no solamente su continuada productividad incluso más allá de la edad en la cual la creatividad “cesa”, generalmente, sino también su amplio rango de intereses en el campo de la Psicología.
Después de la muerte su esposa, Robert se trasladó a Chicago para vivir con su hija (quien, en la actualidad, es profesora de Arqueología en el Instituto del Este y en el departamento de lenguaje y civilizaciones orientales de la Universidad de Chicago). Acondicionaron una casa cercana a la Universidad para que les sirviera como vivienda y despacho. Desde su segunda planta, donde estaban el despacho, la biblioteca y los dormitorios, Robert podía disfrutar de la vista de su jardín o patio trasero. En este lugar –que los visitantes califican de “idílico”- fue donde Robert pasó el resto de sus días.
Excelente conocedor y amante de la literatura, del arte y de la música, Robert, en una de sus últimas publicaciones, Tragedia y el Acontecimiento continuados (1983), nos obsequió con el análisis de una muestra de la literatura a la luz de su filosofía y psicología naturalistas. En el terreno artístico, Robert se decantaba por los impresionistas y, especialmente, por el Expresionismo alemán.
Parece justo terminar su biografía con las palabras que el propio Robert empleó poco antes de su muerte. Palabras que parecen ser su última voluntad y “testamento” para la Psicología. Fueron halladas por su hija, escritas en un papel que había sobre su mesa de trabajo, y entendemos que no son sino una póstuma manifestación de su más ferviente deseo: que la Psicología tiene que “escapar” para transformarse en una ciencia natural. Así hemos de cerrar, por tanto, el resumen de su vida y logros, de la misma forma en la que terminó su vida

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